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Pero ahora, de pronto, también cayó Babilonia. Lloren por ella; denle medicina, quizá pueda aún ser sanada.

Si pudiéramos le ayudaríamos, pero ya no tiene remedio. Déjenla, abandónenla y vuelvan a su patria, porque lo que sufre es un castigo que Dios le manda desde el cielo. 10 Así es como el Señor nos hizo justicia. ¡Vamos, proclamemos en Jerusalén todo lo que ha hecho el Señor Dios nuestro!

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